jueves, 24 de diciembre de 2009

Apología del chisme

Les cuento que hace poco RCN publicó esta editorial



Como pueden ver, una "columnista invitada" comenta acerca de la "penalización del chisme" en la ciudad de Bogotá. Lo primero que me llamó la atención es que no he escuchado a nadie más hablar sobre el tema, ni cuestionar la medida, y buscando en google no encontré otros resultados; así que parece que a RCN es al único que le preocupa.

Vale la pena notar que según la Columnista, si no hay chisme, no hay conversaciones. Según ella toda conversación es un intercambio de ideas y opiniones, y eso es chisme. Además, según ella todo es una retaliación por las noticias escandalosas que han divulgado acerca de varios concejales de Bogotá.

Nada más ridículo; la norma establecería (si se aprueba) multas para quien deliberadamente averigüe y divulgue detalles de la vida privada de un persona o grupo particular; pero que quede claro: "de la vida privada "; así que el caso de el concejal que atropelló unos peatones, o aquel que fue denunciado por amenanzar a su cuñada, no servirían para demandar a RCN. Y no sólo eso; ella pregunta quién controlará la medida, cosa que tiene una obvia respuesta: una demanda de este tipo requiere un querellante, requiere que el implicado en el chisme demande, y logre probar la mala intención de la otra persona.

No sé si estoy de acuerdo o en desacuerdo con la medida puesto que no conozco los detalles. Pero estoy seguro de que es muy fácil entablar una conversación sin recurrir a los chismes; lo que parece difícil, es que RCN haga una emisión con noticias, y no solamente con chismes e informes del gobierno o la policia.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Se regala espectro electromagnético (y soberanía)

Hoy pareciera que repitieramos nuestra historia.

Fue hace 11 años cuando a Caracol y RCN se les otorgaron las licencias para operar dos canales privados de televisión. En estos canales ninguna otra programadora tiene derecho a pautar o a comprar un espacio, los horarios de la programación se manejan arbitrariamente, hay muchísimos espacios de autopromoción (gratuitos, por supuesto) para los mismos programas y "artistas" de los dos canales, y fuera de esto operan en una frecuencia diferente y mejor que los canales de televisión pública, a los que el gobierno no volvió a destinar un peso.

Hace un año se les venció el contrato; y con él, se les acabó el derecho a exclusividad. Y el gobierno, en lugar de adjudicar inmediatamente varios espacios para las voces que no son escuchadas en la televisión de este país, abrió tarde la licitación para la operación de un nuevo canal. Uno sólo, que será privado, y será de un grupo económico extranjero; que nuevamente tendrá derecho a hacer lo que se le antoje con su programación, que nuevamente operará en una mejor frecuencia que los demás, que no tendrá que pagar pautas en ningún espacio, y que nuevamente será amigo de las políticas de miseria que azotan a este país.

La licitación (ahora dizque subasta) empezó tarde, muy tarde, regalando un año más de exclusividad a Caracol y RCN. Además, se ha hecho de la manera más corrupta, dejando claro desde el principio quién sería el ganador. Los ofertantes al principio eran dos: Canal 3, conformado por Antena 3, RTI, el heraldo y otros, todos nacionales; y el grupo Cisneros, dueño de Venevisión, y enteramente venezolano.

Pero el plazo para ofertar se alargó arbitrariamente, con lo que entraron dos ofertantes más: El grupo Planeta, dueño de el diario el Tiempo y CityTV, y para quien ahora trabajan junto con otras tantas lacras, Fernando Londoño Y José Obdulio Gaviria, ambos exfuncionarios del actual gobierno; y el grupo Prisa, dueño de Caracol radio, y la W, en donde día tras día se dedican a criticar las más ridículas nimiedades de la alcaldía de Bogotá (con quien no simpatizo). Estos nuevos ofertantes (ambos españoles) dejaron sin posibilidades económicas a Canal 3, quedando el concurso netamente entre extranjeros.

La reglamentación también establecía que la licitación no se podía adjudicar a una empresa donde más del 40% de las acciones pertenecieran a extranjeros, por lo que el grupo Cisneros tuvo que cotizar en bolsa y conseguir socios nacionales. Mientras que el grupo Prisa tuvo que aliarse con CM& (quienes donaron una buena suma de dinero para la recolección de firmas para la reeleccción de Uribe) y varios diarios regionales. En cambio el grupo Planeta, en cuya junta directiva hay 6 ciudadanos españoles, y uno mexicano, no tuvo que hacer nada, y propuso a la Comisión nacional de Televisión que se abandonará la idea de licitación y se hiciera una subasta.

La idea de la subasta propuesta por Planeta fue aceptada, pero no se dio a conocer un precio base, cuya magnitud por ahora sólo Planeta puede imaginar; y por eso los otros dos grupos ofertantes decidieron retirarse, dejándole las puertas abiertas.

Ahora ya sabemos quienes son los dueños del nuevo canal, y sabemos que todo se hizo para que ellos quedarán; lo único que no sabemos es cuánto tiempo más de exclusividad le regalará el gobierno a RCN y Caracol, ni qué otras maromas hará para dilatar el proceso.

¡¡No más Televisión privada ... de la verdad.